De una infancia de pueblo en Villa Quinteros a un presente con un exitoso emprendimiento en Australia. La vida tenía muchas sorpresas preparadas para la creadora de Besobite, una empresa que se dedica a la producción y venta en el país anglosajón de uno de los postres argentinos por excelencia: el alfajor. María Marta “Martu” Bader dejó Tucumán con intenciones de progresar, sin saber que se convertiría en la principal vendedora de alfajores en un país completamente ajeno.
No venía de una familia de clase alta. Cuenta que con mucho esfuerzo se recibió de Contadora Pública Nacional en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), y que a sus 23 tuvo su primer emprendimiento, de paisajismo. “Soy de clase humilde. Mi mamá nos crió sola; fue súper duro para ella criar tres hijos sola. Ella fue siempre mi mayor motivo de superación. Cuando arranqué el emprendimiento de plantas, le prometí llevarla a Europa, porque ella soñaba conocer. Cuando junté la plata la llevé tres meses, y eso me abrió mucho la cabeza”, relata a LA GACETA. Aquel viaje, aunque no le causó el entusiasmo suficiente como para irse a vivir, le sembró algunas inquietudes. Un año después, se subió a un avión sin pensarlo mucho “y sin decirle a nadie prácticamente, sólo a mi familia”.
En 2016 llegó a Australia, casi sin conocimientos de inglés. Trabajó un tiempo como contadora, hasta que en 2019 se animó a emprender. “Extrañaba mucho los alfajores. En Australia está prohibido traer alfajores argentinos para venderlos, entonces vi un buen mercado. Empecé dos meses antes de la pandemia; mi inglés era muy malo, pero mi esposo me acompañaba a visitar a los clientes. Sólo vendíamos de maicena. En un mes, ganamos 50 clientes”, recuerda.
El ascenso
En ese momento ya vivía en Brisbane, con su esposo australiano. “Cuando surgió la covid, perdimos a casi todos los clientes, así que tuvimos que reestructurar todo, y empecé a hacerlos del estilo Havanna. Los comenzamos a comercializar en delis, que son tiendas que venden productos de otros países. Hicimos también un par de markets (mercados) y la gente los amaba. Nos ayudaron muchísimo las redes sociales; me llegaban e-mails de argentinos viviendo aquí, que me daban las gracias, porque hacía mucho tiempo que no veían los alfajores en las tiendas”, cuenta Martu.
Con el pasar de los meses, el negocio creció. Empezaron a contactarla empresarios del rubro alimenticio y representantes de grandes cadenas de supermercados, que -por el boca a boca- se interesaron en vender los alfajores.
“Hoy por hoy, Besobite es el alfajor más vendido en Australia. Les encanta”, dice orgullosa. Se llaman Besobite por la palabra en español “beso” y por “bite”, que en inglés significa morder. “Ese nombre genial se le ocurrió a mi esposo. Ya que, cuando uno muerde un alfajor, se lame los labios... es casi como un beso a uno mismo. A los argentinos les encantó el nombre y los australianos siempre nos preguntan qué es ‘beso’. En cierta forma unificamos ambas culturas; era un sueño enorme poder compartir nuestros sabores latinos aquí. Sabía que sería un mercado muy duro por el idioma y por la cultura. Tenía que, de cierta forma, educar sobre lo que es un alfajor en nuestro país. No fue fácil abrir el mercado, y menos en época de la covid”, dice.
La producción
En las redes sociales del emprendimiento (@besobite en instagram) Martu comparte fotos y videos de los lugares en los que se vende el producto; se muestra haciendo “refill” (reposición) de sus alfajores y también filma la producción. “Estoy involucrada en todos los procesos. En la preparación siempre hay gente que me ayuda. A mi hermana la traje en 2019, así me ayuda con ello, y siempre contraté backpacker (mochileros) argentinos. Como contadora me encargo de la contabilidad, y también de las distribuciones, al menos cuando estaba en Brisbane. Hace unos meses me mudé a un pueblo llamado Airlie Bach, donde están las barreras de corales más grandes del mundo. Estamos abriendo nuevos mercados en la zona, y ya tengo distribuciones en Sidney, Brisbane y Melbourne, que se encargan de llevar el producto en las tiendas”, añade.
Su esposo es el otro pilar del emprendimiento. “Nos casamos unos meses antes de arrancar con Besobite. Fue nuestro primer bebé; yo postergué ser madre por focalizarme tanto en el emprendimiento, pero no me arrepiento. Aún me siento joven”, agrega.
Sueños
Aunque reconoce que es difícil emigrar, está contenta con su presente. “Es durísimo empezar una nueva vida lejos de tu país, de tu familia y de tus amistades. Incluso, es más duro emprender. Pero lo llevo en la sangre; para mi es una pasión, es un juego sin límites... hay que ser valientes y tomar nuevos desafíos -reflexiona-; sueño con que sigamos creciendo y Besobite sea una marca súper reconocida a nivel nacional. Mi objetivo siempre fue el mercado australiano, y lo vamos logrando”. Agregó que hay lugares en los que se vendían tan bien que el precio era de 7 dólares australianos cada uno. Yo los vendo en todos lados al mismo valor mayorista, pero no puedo imponerles a las tiendas un precio. El recomendado es 5 dólares australianos (poco más 3 dólares de EEUU)”.
Cuidar el Planeta
Para "Besobite" nada puede quedar librado al azar
En sus redes María Marta “Martu” Bader” -a cargo del emprendimiento de alfajores- muestra cómo cuida cada detalle de sus productos. Ese es uno de los puntos que hacen que sus alfajores sean un éxito. Nada está librado al azar: hasta el empaquetado es ecofriendly. “Adoptamos alternativas más sustentables, combatiendo los residuos plásticos, reduciendo las emisiones de carbono y preservando nuestro planeta para el futuro. Los métodos tradicionales de envasado, como el excesivo uso de plástico, contribuyen a las emisiones de carbono y a exacerbar el cambio climático. Las opciones de envasado sustentable, por otro lado, reducen la energía necesitada para la producción y a menudo tienen una menor huella de carbono”, explica Martu en un posteo de Instagram. “Eso lo encarece, ya que aquí lo más caro es la mano de obra, y todo es artesanal. Pero tratamos de concientizar a los consumidores de que es mejor para el ambiente, y les gusta. Les llama muchísimo la atención; jamás vieron algo similar. Y eso ayuda en las ventas, porque es un producto que resalta. Sienten que es como abrir un regalito”, le dice a LA GACETA.